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En el mundo del emprendimiento, las emociones no siempre se abrazan, se entienden o se gestionan adecuadamente. En cambio, muchas veces se buscan formas de “anestesiar” las emociones, de acallarlas a través de distintas experiencias adictivas, ya sea el trabajo excesivo, el éxito a toda costa o incluso el consumo de sustancias.
Para quienes han pasado por el dolor de la adicción, este patrón es aún más evidente. Según Goleman (2006), la inteligencia emocional —la capacidad para entender y gestionar nuestras emociones— es una habilidad crucial para cualquier emprendedor, pero que muchas veces queda oculta debajo de una serie de comportamientos compulsivos que, más allá de ayudar a desarrollar el máximo potencial, terminan convirtiéndose en obstáculos que dificultan el crecimiento.
El Escape Emocional en el Emprendimiento
Es común ver emprendedores exitosos que parecen tener todo bajo control y gozar de una vida de abundancia. Sin embargo, detrás de esa imagen, muchos de ellos enfrentan emociones no resueltas, el vacío de una vida de éxito externo pero carente de satisfacción interna. En lugar de lidiar con esas emociones, recurren a una especie de anestesia emocional: se esconden tras el trabajo, los logros, el dinero o conductas adictivas.
Para mí, el camino no fue diferente. En 1993, cuando empezaba mi adolescencia, experimenté eventos traumáticos que marcaron mi vida profundamente. Mi madre enfrentaba graves problemas de salud y fue sometida a varias cirugías, y ese mismo año, fui enviado a estudiar a un internado en Irlanda. Lo que debería haber sido una experiencia enriquecedora se convirtió en un periodo doloroso: la falta de empatía de los profesores, el bullying de mis compañeros y la distancia con mi familia me dejaron en un vacío emocional.
Esa misma primavera, mi tía, quien era como una hermana para mí, murió en un accidente, un hecho que mis padres, en un intento de protegerme, me ocultaron hasta que finalicé mis estudios. Poco después, fui víctima de abuso, un suceso que no entendía, pero que me llenó de miedo y vergüenza. Era un adolescente enojado, frustrado y lleno de confusión, incapaz de comprender o expresar el torbellino emocional que experimentaba. Fue en ese contexto que encontré en la marihuana una “solución” para mis problemas: una manera de anestesiarme y escapar de mi realidad. Este fue el inicio de una adicción que duraría 20 años.
La Adicción como Anestesia Emocional
La adicción, tanto a las sustancias como a los comportamientos compulsivos, se convierte en una respuesta de escape ante el dolor, la ansiedad o la tristeza que no sabemos cómo manejar. Bradberry y Greaves (2009) explican que, cuando falta inteligencia emocional, recurrimos a estos “parches” emocionales para aliviar temporalmente las tensiones. Sin embargo, esta supuesta solución acarrea consecuencias mucho más graves y duraderas.
En medicina y en la vida cotidiana, el alcohol y las drogas suelen usarse por sus efectos “calmantes” para reducir la ansiedad o el miedo. Pensemos, por ejemplo, en la recomendación común de tomar una copa para calmar los nervios antes de un vuelo o una reunión importante. Pero para una persona que ha desarrollado una adicción, las sustancias no solo ofrecen un alivio temporal, sino que se convierten en su “anestesia” constante para evitar sentir, para no enfrentarse a las emociones.
Los Efectos Destructivos de la Anestesia Emocional
Los emprendedores a menudo ignoran o reprimen sus emociones, reemplazándolas con conductas que parecen productivas pero que, en realidad, se convierten en adicciones que limitan su potencial. La inteligencia emocional es fundamental para el emprendimiento, ya que permite una toma de decisiones clara y consciente y fortalece la relación con el equipo. Sin embargo, cuando no se cultivan habilidades emocionales, el camino se vuelve turbio y lleno de obstáculos.
Cuando una persona abusa de sustancias o desarrolla conductas compulsivas, experimenta un alivio temporal que oculta sus emociones, pero paga un precio alto en términos de salud física, relaciones personales y desarrollo personal. La inteligencia emocional es una habilidad que se puede aprender, y fue a través de ella que logré cambiar mi vida. Tras pasar por un internamiento en un hospital psiquiátrico y un tratamiento de rehabilitación, entendí que mi problema no era la sustancia en sí, sino la falta de autoconocimiento y control emocional.
Hoy en día, sigo siendo terapeuta, coach, emprendedor y adicto en recuperación pero sobre todo soy un ser humano. Trabajo constantemente en mí, ya que el viaje de la inteligencia emocional es continuo. He aprendido a regular mis emociones y cuento con un equipo de apoyo que me respalda: tengo un terapeuta, una madrina en Alcohólicos Anónimos, un coach de vida, y un grupo de personas en las que puedo confiar. La resiliencia emocional no significa evitar el dolor, sino aprender a enfrentarlo con humildad y vulnerabilidad, lo cual es, para mí, una forma de fortalecerme en el camino del emprendimiento y el autoconocimiento.
La Importancia de la Inteligencia Emocional para el Emprendedor
La inteligencia emocional no solo nos ayuda a gestionar nuestras propias emociones, sino también a entender las de los demás, lo cual es clave en el entorno emprendedor. La empatía y la autorregulación permiten mejorar nuestras relaciones interpersonales, incrementar el rendimiento y reducir el estrés.
Goleman (2006) destaca que los emprendedores con alta inteligencia emocional son capaces de tomar decisiones de manera objetiva, conectar profundamente con su equipo y superar los retos con una mentalidad de crecimiento. Estos emprendedores son conscientes de sus emociones, las aceptan y aprenden a gestionarlas sin recurrir a la “anestesia” que las conductas adictivas pueden ofrecer.
Reflexión Final: La Adicción No Tiene Cura, Pero Puede Controlarse
La adicción es una enfermedad que no tiene cura, pero se puede controlar. Con la rehabilitación adecuada y la inteligencia emocional, es posible llevar una vida plena, funcional y libre de la necesidad de “anestesiar” nuestras emociones. La clave es enfrentar lo que sentimos, aprender a regular nuestras emociones y construir una red de apoyo sólida que nos acompañe en los momentos difíciles.
Si eres un emprendedor que ha sentido el peso de las emociones no resueltas, recuerda que es posible cambiar. La inteligencia emocional puede ser el camino hacia una vida más equilibrada, en la que no necesites entumecer tus emociones para evitar sentir. La verdadera fortaleza no está en ignorar el dolor, sino en afrontarlo con coraje y en buscar el apoyo necesario para transformarte y alcanzar tu máximo potencial.
¿Te has sentido atrapado en un ciclo de autodestrucción o emociones que parecen incontrolables? Este es el momento de tomar las riendas y empezar a transformar tu vida. Un proceso terapéutico puede ser el primer paso hacia un camino de autoconocimiento y equilibrio emocional. Aprende a gestionar tus emociones, a soltar el peso que te detiene y a construir una vida con propósito y bienestar. No estás solo en esto, da el primer paso hoy y descubre el poder de la inteligencia emocional en tu vida
Bibliografía
Goleman, D. (2006). Social Intelligence: The New Science of Human Relationships. Bantam Books.
Bradberry, T., & Greaves, J. (2009). Emotional Intelligence 2.0. TalentSmart.
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